poemas de enero (2020 ene)

El tren se movió lentamente, leí.
En la ventanilla, 
entre brumas de gloria 
y aire de canciones,
el joven sonreía:
 ¡ se iba a la guerra ¡

Pasé la página. 
Y pasé a otro mundo,
 porque allí estaba la madre, 
rota por el dolor,
con un grito callado de raíz antigua 
que era pálpito de la Tierra, 
clamor universal de todas las madres.
"¡ No te vayas, hijo ¡"

Junto a ella, el padre,
 sin voz. 
ahogado por la angustia 
que le estremecía el alma.

Cerré el libro.
 No pude seguir leyendo


Esa queja profunda, 
ese silencio impotente, 
han vuelto a evocar aquellos días en que, 
ya sin ansias de presente ni sueño de futuro
 puede comprender mejor
 lo antaño incomprensible 
para sentir muy dentro 
el abrazo de mi padre 
en momentos esenciales de mi vida
y aquel lamento de mi madre cuando,
 al hablarle de mi hijo,
 a mis sesenta años, me dijo,
 con angustia emocianada: 
"... ¡ es que tú eres mi niño ¡"
No "fuiste", sino "eres", 
antes, ahora... y siempre.

Aquellas palabras casi de llanto
me hicieron ver un mundo ignoto,
nunca considerado de tal forma
y algo escribí del sentimiento,
menzclando a veces tinta y lágrima.
¿Dónde guardé aquellos versos?

No lo sé.

Pero al pasar esta página
me he vuelto a encontrar con mis recuerdos.

@Alfredo Vilchez





Con las primeras luces
brotó el color que la noche había escondido
y se entreabrió la consciencia
entre nieblas de indecisión y desconcierto.

Aún con los ojos cerrados,
se miró a si mismo
y se vio viejo,
dolorido,
con el porvenir vacío,
en un mundo incomprensible
que hacía difícil el despertar.

Se arropó más con la manta,
como una negación irreflexiva
que buscara cobijo en el abrigo.

Poco a poco, sin darse cuenta,
los pensamientos blancos
le dieron la esencia de las cosas,
y sintió el alivio de tener un techo,
un lugar de descanso,
una capacidad de decisión,
una certeza de vida.

Fue suficiente para volver a caminar.

@Alfredo Vilchez








No leas estos versos en voz alta,
porque son versos de intimidad
y de reencuentro con uno mismo.

Son caminos abiertos
para marcharse lejos, muy lejos
de ese gentío solitario
que mira pero no ve,
que toca pero no siente,
que busca promesas en palabras falaces
porque sólo en el hato
es capaz de encontrar su pensamiento.

Vuelve dentro de ti,
abrazo tu esencia y tus anhelos,
pierde el temor a la muchedumbre,
y grita conmigo a la mañana
para afirmar que eres dueño de tu propia libertad.



@Alfredo Vilchez








En el cuarto lleno de sombra,
da una tiniebla casi impenetrable
cargada de silencio,
sus pasos siguieron al recuerdo
y sus manos se colmaron
con el tacto áspero del postigo.



Abrió de un golpe la ventana.
Por ella entró a raudales otra oscuridad
apenas vestida con la ofrenda de luz
de unas largas hojas de palma,
candela de paz
en el inquietante seno de la noche.




@Alfredo Vilchez









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